jueves, 8 de octubre de 2009

Nueva página

La soledad de la medusa estrena nuevo refugio gracias a alguien con mejor maña que una servidora:

http://lasoledaddelamedusa.co.cc/

Gracias.

jueves, 1 de octubre de 2009

California living. Primeras impresiones.


Veintidós horas de viaje incluyendo escalas, me dejaron al refugio de una pareja de amigos que parecieran conocerme de siempre y no de sólo unos meses. San Francisco, la bahía y los rascacielos me dieron la bienvenida de madrugada. El jet lag no me dejó disfrutar de un primer día en Berkeley, y casi sin darme cuenta estaba metida en un tren a San José y en bus a Santa Cruz: destino final.

Los taxis también son amarillos. Un corpulento rubio llamado Jan, con cazadora de cuero negro, me deja en el hotel: “aquí tienes mi tarjeta, para cualquier cosa que necesites”.

Un ángel de Los Ángeles me guía hasta el campus. Allí me explican una a una las torturas a las que seré sometida si oso saltarme algo de lo dispuesto en mi visa de investigadora. En la zona de ocio, hermandades y fraternidades se disputan a los recién llegados.
Reunión de grupo en el departamento. Un libro que leer para ayer. Parece que aquí se trabajará duro.

Vuelta al hotel. No hay cadáver flotando en la piscina. No hay restaurante. No hay tiendas. Joey’s pizza llama a mi puerta.
Mientras tecleo estas letras, portátil sobre las piernas, arrincono mi soledad pasajera, de recién llegada, en el borde izquierdo de una cama gigante de 2x2.
Y por supuesto, en la mesita de noche, junto a la guía de teléfono, el tópico que se revela cierto. El amparo de las almas perdidas: en el cajón hay una Biblia.

Pronto llegarán, seguro, las segundas impresiones. Esto es sólo un pequeño guiño desde el otro lado. Escribir y leer mata la saudade, y de ella, aún queda bastante.


domingo, 27 de septiembre de 2009

Aguamala trotamundos

Otra vez la maleta abierta junto a la cama. Otra vez parece imposible cerrarla.

Una semana de infarto por la que me he deslizado para caer en un avión casi sin darme cuenta. Semana de bienvenidas y despedidas. Semana de Historia e historias. Inspiración con olor a arrayán. Algo de todo ello caerá por este blog.


Esta noche, sin embargo, el cansancio se impone.

Lo próximo, llegará desde el otro lado.

Mientras tanto......CALIFORNICATION

Hasta pronto.


domingo, 20 de septiembre de 2009

El fin del romance


Hay inmensas multitudes,
donde sólo debieras estar tú.
Cara a cara, indago.
A gotas, semejanzas.
A mares, escalofríos.

Regalo besos a desconocidos,
intoxicados, depreciados, deslucidos.
Bajo llave, mis palabras
que aún te pertenecen.
Son mil, mañana cincuenta,
fanáticas de la magia,
desertoras de la razón.

Entre tú y yo letras,
castillos, tormentas, cuervos, naufragios.
Entre tú y yo silencio,
un océano de agua y tiempo.

Otra guerra que termina.
Ruge la sirena. Me marcho.
“Y el amor no se acaba,
sólo por dejar de vernos.”
.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Paranoid


Descamisado. Sentado a los pies de la cama. La cabeza entre las manos y los codos sobre las rodillas. El pelo alborotado le asomaba a mechones entre los dedos. Las ojeras le sostenían la mirada. La mirada se perdía más allá de la sucia moqueta. Salió de su ensimismamiento cuando oyó que tocaban a la puerta.
“Está abierto”.
En el umbral se dibujó la silueta de una mujer, que tras observarle unos segundos con la cabeza apoyada en su brazo, el brazo en el marco de la puerta, cerró y se acercó lentamente.
Inclinándose, aproximó su nariz a la de él hasta casi pegarlas, y le susurró: “Hola cariño. Pareces triste. ¿Vamos a pasarlo bien un ratito?”. Finalizaba cada frase con un suave ronroneo que olía a chicle de menta. Le acarició las setenta y dos horas de barba que poblaban su cara. “En cuanto me des las pelas, acabo con tus penas”. Él agachó la cabeza y sin mirar, señaló hacia atrás una silla a la izquierda de la cama. Un billete de cincuenta asomaba del bolsillo de la camisa allí colgada.
La prostituta cogió el dinero y tras ponerlo rápidamente en su bolso, se descalzó y se le aproximó a gatas por la cama, abrazándolo por la espalda. “¿Qué te apetece hacer?”.
“He terminado con mi mujer porque ella no podía ayudarme con mis ideas”, le dio él por respuesta.
“Vaya, ¿en serio? Bueno…yo no soy tu mujer. Tenemos media horita para tus ideas”. Fingida condescendencia para acabar más rápido. La chica metió los brazos por debajo de sus axilas y dirigió sus manos abdomen abajo, suavemente, hasta la cremallera de los pantalones. Comenzó a desabrocharla.
“¿Sabes? La gente piensa que estoy loco, porque siempre ando con el ceño fruncido”. Hablaba con relajada pesadumbre. Ojos cerrados. Inmóvil. Ella seguía faenando con los botones y ronroneando palabras olor a menta. “Tienes que relajarte, cariño”.
“Todo el día pienso en cosas, pero nada parece satisfacerme. Creo que perderé la cabeza si no encuentro algo que me tranquilice”. Levantó la mirada por encima del hombro y le imploró: “¿Puedes ayudarme a ocupar la mente?”.
“Cariño, yo puedo ayudarte a muchas cosas”.
La prostituta bajó de la cama y se puso frente a él. Lo empujó suavemente hacia atrás y arrodillándose comenzó a bajarle los pantalones.
“Necesito alguien que me enseñe las cosas de la vida que no puedo encontrar. No puedo ver las cosas que dan la verdadera felicidad. Debo estar ciego”, continuaba su sordo diálogo, ahora con el techo.
Impulsivamente se incorporó de la cama y cogió entre sus manos la cara de la chica. Mirándola a los ojos, con una intensidad impropia de quien no conoce a quien observa, le dijo: “Gasta una broma y suspiraré, tú reirás y yo lloraré.”
Ella soltó una carcajada, “Cariño, ¿eres poeta o algo así? Siento decirte que no puedo hacerte feliz más de media hora con lo que me has dado”.
“La felicidad no la puedo sentir. Para mí el amor es algo irreal.” Una indescifrable sonrisa se dibujó en su cara. “Y así como oyes estas palabras que hablan de mi estado, yo te digo que disfrutes de la vida”.
Un mal disimulado escalofrío recorrió el cuerpo de la prostituta. Lo ocultó con teatral amabilidad y se abrigó en su instinto, que le decía que no había peligro cierto. “Cariño, hago lo que puedo, de veras”. Ella se levantó, le puso el dedo índice en los labios. “Shhhhh”. Con su mano izquierda lo empujó suavemente hasta tumbarlo otra vez.
“Yo desearía poder, pero es demasiado tarde para mí”.
Ni una palabra más el tiempo que les quedó juntos. Él ahogó su mirada en el techo. Ella hizo su trabajo y se fue. Él escribió una canción. Ella nunca la escuchó.
Paranoid
Finished with my woman
'cause she couldn't help me with my mind
People think I'm insane
because I am frowning all the time
All day long I think of things
but nothing seems to satisfy
Think I'll lose my mind
if I don't find something to pacify
Can you help me, occupy my brain?
Oh yeah
I need someone to show me
the things in life that I can't find
I can't see the things that make true happiness,
I must be blind
Make a joke and I will sigh
and you will laugh and I will cry
Happiness I cannot feel and
love to me is so unreal
And so as you hear these words
telling you now of my stateI tell you to enjoy life
I wish I could but it's too late

viernes, 11 de septiembre de 2009

Reseña

Llegaba a su fin otra asfixiante tarde de agosto. De esas que anuncian en rosa ardiente que la noche se acerca. El teléfono, que se había mantenido mudo todo el día, arrojó expectativas de terraza y caña al compás de un politono que no hacía justicia a The Clash.
“¡!Sí!”, contesté.
“Sí, ¿qué?”.
“Sí a una cervecita donde quieras, guapa”.
“Jajajaja….Estás muy loca y muy desesperada…. No. Te llamo para otra cosa. Me sobra una entrada para una velada poética. También hay algo de música. ¿Te apuntas?”.

La tarde mutó a noche en el trayecto hasta un convento y un laurel, entre cuyas ramas dice la leyenda que se guarnecieron del acoso moro Isabel la “Caótica” y parte de su corte (¿el acosador acosado?). Menudo laurel, pensé. Un patio, un escenario, unas sillas de madera y una poeta. Del laurel ni rastro…fuera a joderse la leyenda.

Con ella llegó la magia, como mitigante brisa de verano. Con su voz grave, delatora de pulmones desahuciados, trazó una noche estimulante para el alma. Anécdotas que inspiran rimas. Asonancias que se armonizan con el pasar de los años. Y a pesar de un desagradable y ruidoso señor a mis espaldas, al que le partí la boca de un puñetazo en una súbita ensoñación, fui capaz de apresar la certeza de que la Arte Poética es cosa de pescadores sabios. De esos que saben devolver al agua las palabras que no sirven.

Valga de ella, la poeta, una breve “Reseña”; y de mí, retazos de empatía en una antojadiza instantánea:

Soy de otra parte, otro cuerpo, otro golfo
para que me entiendan
para que no me entiendan demasiado
por atajos y digresiones
escribo.
_
A mano limpia. A campo traviesa.
Vivo por circunloquios, espirales, pidiendo disculpas, permiso.
Demasiado.
_
Tropiezo, desentono, me repito,
adiciono prótesis, me encorvo,
heteróclita, minuciosa, descuidada
descartando a manotazos, boqueando
con notas a pie de página
inverificables.
_
Desenraizada como tronco de plátano
a merced de la borrasca, puro cráter, pura fragilidad
sin saber echar raíces pero voy
poniéndome en escena, fuera de foco,
por lente cóncavo o convexo
nunca el del arcoiris nunca el del amor correspondido menos furtivo.
_
El mínimo denominador común del dolor es universal
y su raíz cuadrada esta nuez, este rubí,
que aún alumbra, soberbio, secreto, aunque airado
la palma de mi mano.

(Reseña, Luisa Futoransky)

sábado, 5 de septiembre de 2009

La Soledad de la Medusa. Un año


Hace un año que el señor Grünwald me abrió la puerta y dio inicio a este rincón.
Lo escrito es reflejo de lo vivido, inventado, soñado, escuchado…Tras un año, momento es de parar unos instantes y agradecer antes de continuar. Insuflar un poco más de aire a la caprichosa inspiración y recordar cerrando los ojos.

Gracias a una terraza caldeada por una luna de verano y poesía. Al encuentro de dos vejigas pequeñas que jamás podrían alternar ni pasear juntas por un gran parque, (siempre alguien debe sujetar la puerta cuando no hay pestillo, o vigilar de espaldas junto al arbusto de turno).
Gracias a los reencuentros que hacen perder apuestas, a la vez que evidencian lo sensato del cisma meditado.
Gracias a las ciudades insípidas que te confinan en habitaciones de número en puerta. A las palabras insomnes en la penumbra. A las postales sin respuesta.
Gracias a las expediciones a ciudades que abrigan e inspiran. A los doctos consejos sobre el quehacer diario. A las luces auxiliares para este opaco túnel que es la tesis.
Gracias a la soledad de un banco junto al río drenado con palabras forasteras.
Gracias a las noches de vino y vinilo, de buen cine, de insomnio y ronquidos.
Gracias a las escaleras que se bajan con la cabeza agachada. A las ventanas que se observan y no devuelven la mirada. A los metros que se escapan y a los que se dejan escapar.
Gracias al retorno a lo viejo conocido, al calor de lo consanguíneo y los brindis entre camaradas de sueños. A los tatuajes que se quedan en rumores. A las guitarras que frustran más que suenan.
Gracias a las cicatrices que advierten que a dos tequilas no tiene por qué seguir un tercero.
Gracias a un año de equipaje de mano, carreras entre terminales y turbulencias que nadie más percibe. A las ciudades dispares, donde se viste de medieval un pasado bolchevique o el sol corona la noche en un barrio sin ley.
Gracias a un libro nuevo, que leo más que escribo, que nace de un cursor que late en la pantalla y de un mago que me hipnotiza escondido tras palabras.

Gracias a lo que inspirará por ser vivido. Gracias a lo que está por venir.

martes, 1 de septiembre de 2009

Déjame Entrar


El insomnio me puso delante esta maravillosa película hace un par de noches (Déjame entrar, Tomas Alfredson, 2008). Película sueca de vampiros nada al uso, y que deja las chorradas crepusculares de acné y bronceado californiano a la altura del betún. Se dice que crear expectativas altas sobre un filme puede hacer sentirse defraudado al aconsejado de turno. En este caso no puedo mentir. Es de lo mejor que he visto últimamente. Sabéis que odio que me destripen las películas (y no pocas veces he abandonado la sala de un cine durante el trailer de alguna que quiero ver), así que he procurado no avanzar nada de la trama en este post. Aún así, tal vez prefiráis verla antes. De lo cual me congratulo. Un último consejo friki...Si podéis verla en versión original subtitulada, mejor que mejor. Gracias MJ por tus consejos.


Eli


Eli se arrodilló frente a la pared y apoyó en ella la palma de la mano. Cerró los ojos y la movió con suavidad, como palpando la posibilidad de que al otro lado, la mano de Oskar aguardase a que diese con el lugar exacto. Tenía doce años, pero los tenía desde hacía demasiado tiempo, el suficiente para que los niños de su edad le resultaran tediosos, pero no bastante como para sentirse cómoda entre adultos. Oskar parecía diferente. Aparentemente frágil y tímido, se había revelado como el mejor compañero de juegos en décadas. Una amistad que nació al calor de la nieve y que la llevaban a ansiar desesperadamente la caída de la noche. Tal vez aquel niño de mirada transparente pudiese entenderlo todo. Tal vez fuese capaz de aliviar el sentimiento de culpa que le producía ver salir al que actuaba como su padre con maletín una de cada cuatro noches.
Comenzó a deslizar sonoramente su dedo índice por la pared y a dar golpecitos. La respuesta llegó instantánea del otro lado. Se verían en cinco minutos en el helado columpio que había frente a casa.
Decidió ponerse zapatos como una niña normal. Abrió la ventana ilusionada. Podía ver la silueta de Oskar que la aguardaba sentado sobre la nieve . Tal vez fuese él. Tal vez él la dejase entrar sin reproches.


sábado, 29 de agosto de 2009

Once minutos de cocción


Cocinar me hace divagar. Es en esos instantes, entre fogones que ya no queman y disparan la factura de la luz, junto a una copa de vino que me asiste cual fiel pinche, cuando se fraguan algunas de mis creaciones menos orgánicas.
Hoy tocaba pasta, perfecto para un día de tregua tras un fin de semana que cayó en miércoles. Algo sencillo, pero sabroso tras poner en práctica los trucos de una siciliana que no pronuncia la hache en inglés y sufre de estrés crónico. Agua, sal y un rato para reflexionar.

En once minutos de cocción, una mirada al pasado remoto y al cercano. A cómo desde la infancia a la madurez va complicándose nuestra vida. Las experiencias que respiramos, los amigos que traficamos, las fases que superamos, se pegan como jirones a nuestro ser y los vamos cosiendo como mejor podemos. Nos construimos, destruimos y reconstruimos sin pausa, porque eso es vivir.

Hay personas sin costuras, que han tenido muy claro, casi desde su niñez, qué querían y cómo conseguirlo. Sin complicaciones, sin carreteras secundarias, una felicidad sobria y discreta, tremendamente eficiente pero limitada. Son aquellos que cuando fueron niños tuvieron mirada adulta, y que muy raramente lloran viendo una película.
Hay otras personas, en cambio (las más, creo yo), que acumulan remiendos como heridas de guerra. Cicatrices cosidas al compás del paso de las estaciones y que a veces duelen cuando amenaza lluvia. Nuestro ser se convierte en un mapa cada vez más detallado, que habla de nosotros y de todo lo que nos rodea. El paso de los años aumenta su complejidad, tanto que a veces nos creemos ilegibles a ojos de los demás. Así, nos disfrazamos para tapar los parches mal hilvanados y para escondernos del recién llegado, deslumbrar al de más arriba o agradar al respetado. Y lo que es peor, el miedo asoma cuando se trata de desplegar el mapa de otro. Y con la convicción de que es tan enrevesado como el nuestro o más, dejamos la cartografía en manos del destino, ese que casi siempre se olvida nuestras señas.
Afortunadamente hay eventos que emergen en nuestra cotidianeidad como emblemas de esperanza. Hazañas de otros que superaron miedos y sortearon obstáculos. Valientes que rozaron con las yemas de los dedos la piel zurcida de quien llamaba a su puerta. Atrevidos que se sentaron en bancos de parques hasta el amanecer. Osados que se dieron una segunda oportunidad mirando al mar. Experiencias de otros que, por suerte, nos impiden curarnos del romanticismo a los que padecemos esta desleal enfermedad.

Once minutos de cocción dan para mucho. Ahora toca comer, y mientras se come, ya no se piensa.















miércoles, 29 de julio de 2009

Tres Acordes

Tres. Sólo tres acordes son necesarios para poner orden a esta secuencia de notas aparentemente anárquica. Sonidos barrocamente encadenados que durante cuarenta y dos segundos perturban y seducen por igual, pero que no cobran toda su magnitud hasta que Tónica, Dominante y Subdominante se suceden: segundo cuarenta y tres…De repente, todo tiene sentido. No era un loco el que manejaba las teclas. Fa mayor, Do mayor, Sib mayor. La tormenta siempre escampa….sólo hay que esperar cuarenta y dos segundos, tres semanas o un par de meses, y entonces sí, deleitarse con el olor a tierra mojada. A veces no hace falta más. Sólo tres acordes. Tres.

miércoles, 22 de julio de 2009

El Café de las Oportunidades


___ Llegó a la entrada del café, y como cada mañana pensó: “¿y si hoy no está?”. Miró fugazmente a través del cristal. Al fondo alcanzaba a ver una pequeña parte de la barra, la que daba a la cocina. No se veía nadie allí, ni a un lado ni a otro del mármol blanco. Sólo el taburete vacío de madera en el que posiblemente se sentaría. Sintió la habitual punzada en el estómago, esa que afortunadamente se disipaba en cuanto escuchaba su voz que llegaba desde el interior, si la calle estaba lo suficientemente silenciosa. Le asomó una sonrisa, instantánea, y con ella empujó la puerta de entrada. Avanzó por la estrecha rampa que desembocaba en el taburete y en su rincón de cada mañana. Al otro lado de la barra, en la esquina contraria, estaba él. “Muy buenas”, saludo y sonrisa. Hacía días que ya no salía a besarla en la mejilla o en el pelo, como antes. Ella echaba de menos ese pequeño gesto, pero se conformaba con devolverle la sonrisa, la mirada y los buenos días mientras se sentaba.

___ La fuerza de la costumbre le ponía enfrente un café cortado acompañado de El País. Y la rutina se había encargado de acortar el diálogo que antes hacía que no dispusiera ni de un minuto para el periódico. Ahora se perdía entre titulares que no leía, repitiéndose que ya no iría más a aquel café. Su reciente indiferencia era como una pequeña tortura a la que sucumbía cada mañana, sin poder evitarlo. Si él supiera qué fácil era hacer invisible el papel y la tinta…Sin mirarle, ella le veía a su izquierda, desenfocado, moviéndose de un lado a otro, dotado de esa hiperactividad que no le permitía estar más de dos segundos parado. En ocasiones, podía contemplarle incluso a través de las personas, como cuando su jefe salía de la cocina a saludarla y a tontear con ella, mientras detrás él secaba las tazas recién salidas del lavavajillas.

___El alcohol que la había envalentonado aquella única noche, fue el mismo que la castigó con retazos ovalados de memoria. Nada más que rescatar en los días siguientes de entre aquellas sonrisas cordiales, preguntas sobre el trabajo y saludos de llegada y despedida. Nada parecía haber pasado. La sensación de haberlo estropeado todo era un sentimiento extraño, del que ella trataba de escapar registrando su mirada azul, buscando motivos para arriesgar mientras terminaba su café. Le gustaría tanto poder entrar en su mente y saber qué pensaba él. O tal vez no, tal vez ya lo intuía, pero aún así se resistía a alejarse de aquel café. Dignidad, resignación, orgullo, distancia, ausencia… Consejos ajenos, tan protectores como coercitivos. Sensaciones que llevan a escribir canciones que huelen a apatía y que visten el verano del gris más anodino, o una prórroga a la espera de alguien que la sacudiera por los hombros y le dijera que el riesgo a veces es una aventura que merece la pena.

___Decidió dejarse de canciones, de esperas, de orillas y de insomnios. Allí, en aquel mismo café, el taburete se convirtió en pedestal, salieron agallas de donde no había garantías, y……Desafortunadamente, pocas veces la vida real es como las películas. La valentía le costó el café, del que salió aquella mañana y al que sabía que no volvería en una larga temporada. A cambio, aquella noche durmió a pierna suelta, y su canción sobre las oportunidades perdidas quedó como obra inacabada.

sábado, 4 de julio de 2009

Física y Poesía II

La Física en Verso sigue en construcción: http://www.soopbook.com/book.html?bid=168




Principio de Incertidumbre de Heisenberg


Tan minúsculo pero tan gigante.
La trinchera desde la que saludas
no me es ajena.
La marco en el mapa y sonrío.
No estás lejos.
Aprieto el casco contra mi cráneo
y pienso en ir a tu encuentro.
Calculadora, reloj, cantimplora…
Pero es un océano de conjeturas el que me rodea,
y sólo bajo el microscopio
se revela tu parapeto.
Yo no puedo embarcarme
en otra misión suicida.
El instinto de supervivencia
__________piernas
_______mis
_____por
trepa
_____por
_______mis
__________piernas
e inmoviliza mi cuerpo.

Direcciones infinitas. ¿Dónde vas?
Sólo sé dónde estás ahora. Coordenadas exactas.
Aunque tus botas no dejen huellas en la arena,
sé que estás en el desierto.
Aunque tu sombra engañe desde el cielo,
sé que eres pequeño.
El más mínimo suspiro puede cambiarlo todo.
Arrugo el mapa y me siento.
Duda eterna.
Sé que si te susurro que hacia dónde vas,
es entonces cuando te pierdo.

viernes, 26 de junio de 2009

Física y poesía

Iniciativa peculiar e interesante de un físico con inquietudes mil. Podéis visitar el libro en construcción "La Física en Verso" en esta dirección: http://www.soopbook.com/book.html?bid=168
Os dejo aquí mis pequeñas aportaciones.




INGRAVIDEZ

Desde que su ausencia se hizo compañía,
la soledad se volvió más insoportable.
Me siento etérea,
como una pluma a merced de la brisa caprichosa,
y me gustaría mutar mis piernas en raíces
para anclarlas en este suelo metálico.

Alejarme de todo y de todos.
Embarcarme y convertir a la humanidad y sus ciudades
en partículas elementales.
Salir huyendo a veinticinco mil kilómetros por hora,
todo para olvidarte.

Más allá del horizonte,
mi cuerpo oscila y no siento nada.
Una fuerza que contrarresta mi apego a lo terrenal,
una ausencia que me anula.

Aquí en las estrellas mi mente,
como siempre impertinente,
no deja de torturar.
Recuerdo tu cara sobre mi cara,
y cómo yo te decía cerrando los ojos:
______deja

_________actuar


_____________a la ley


________________de la gravedad.




LEYES DE LA TERMODINÁMICA


I
Mi existencia vive anclada en la eternidad.
En mi vientre no hay ombligo
que me regale la memoria de un útero fundador.
No habrá jamás lápida con mi nombre,
porque jamás habrá última exhalación.
Sobrevivir a todos es mi firme destino,
y mutaré cuanto sea necesario
en mil versiones de mi mismo.


II
La metamorfosis es dolorosa, pero no caprichosa.
Veo las arrugas de mi cara
y entiendo que son algo irreversible,
como la erosión de esta montaña
que se deshace bajo mis pies.
El cielo hace siglos que no regala milagros.
No se puede envejecer en sentido inverso.
Mis órganos se desorganizan.
Avanzo en el tiempo y el caos crece en mi interior.
Pero sé que está bien así, es como debe ser.
A veces es la tormenta la que precede a la calma.


III
En mi interior el desorden que dejaste
sólo puede ser atajado con desmemoria.
Sacrificar entrañas, corazón y cerebro.
Día a día, pedazo a pedazo, llego al precipicio.
Cuenta atrás, tres, dos, uno…no puedo.


0
Tomaste mi mano:
................Tú eres mi vida, y te adoro.
Me la señalaste:

................Es ésta mi amante, y la adoro.
,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,Yo te amo,
dijo ella mirándote.
Yo te quiero, te susurré al oído.
Juntaste nuestras manos.
La besaste, me besaste y nos besamos.
_______Equilibri0__________



martes, 9 de junio de 2009

Monstruo


Mi cabeza cortada sobre el suelo me regaló unos últimos segundos de consciencia, tan eternos que mi vida entera se presentó en fotogramas ante mis ojos. Me entregué a la visión de cada escena y borré de mi mente la horrible imagen de mi propio cuerpo, que yacía decapitado unos metros más allá, a los pies de un almendro desnudo.

Mientras la existencia se me escapaba a borbotones por el cuello, recordé aquella otra ocasión en la que estuve igualmente tendida en el suelo, vestida de sudor y sangre. Rememoré aquel frío mármol donde mi vida, si bien no acabó formalmente, cambió de forma tan dramática que el deseo de morir se hizo una constante.
Fue allí donde tu aroma marino se volvió agrio, donde hiciste de la irracionalidad un sádico arte, y alimentaste mis heridas con la sal que brotaba de tus poros. Fue allí donde tras saciarte me dejaste tendida, abandonada a mi suerte y a la ira de aquella señora masculina, tal vez sabia, pero ciegamente injusta. Fue allí donde se me impuso tu condena y se originó mi metamorfosis forzosa. Fue allí donde acabó mi apacible existencia, mi historia, donde se inició la leyenda.

Desde entonces los fotogramas sólo muestran soledad y vacío, frío y padecimiento. El único contacto con lo ajeno ha sido el del filo de la espada seccionando mi cuello. Bendito degüello.

Mi vida se extingue, y de la sangre que mana de mi garganta nace un caballo, blanco y polvoriento, que sacude veloz sus alas y se aleja volando hacia una luna incierta. Y de esa misma sangre emerge un gigante de porte helénico, hijo de su padre, que con el mismo olor a mar pisa sin misericordia a esta que le dio la vida con su muerte.

Tanto sufrimiento. Tanta soledad. Tanta injusticia. Y aún así, para todos, eternamente, yo seré el monstruo.
.

martes, 21 de abril de 2009

Run out of Petrol


Cuando aterrizamos en Frankfurt el avión recorrió la pista durante largo tiempo antes de llegar a la puerta en la que desembarcaríamos. Eso me dio la oportunidad de observar con cierto detenimiento el aeropuerto más grande de Alemania y el tercero de Europa.
Cientos de aviones, autobuses, coches y personas se movían por el asfalto con exacta armonía. Avanzaban entre líneas rectas y giros de noventa grados, en una coreografía pausada y perfectamente ordenada. Sólo rompían esa sensación de equilibrio unas obras de ampliación en las que los obreros parecían trabajar más caóticamente, diseminados irregularmente por los andamios.
Aquel gigantesco aeropuerto estaba siendo ampliado aún más. El desarrollo es imparable y el futuro será algo extraordinario. ¿Lo será?

Nadie puede negar hoy día, ni siquiera el más escéptico de todos los escépticos, que el mundo se apoya en un sistema energético con fecha de caducidad. Y no hablamos ya de esas “profecías” del siglo pasado en las que todo lo funesto se situaba miles de años por delante. Profecías que vaticinaban a su vez que aparecería algún milagro tecnológico que nos sacaría nuevamente del atolladero. La realidad no transige. Petróleo, carbón y gas natural se acaban, restando sólo décadas en el caso del primero. La transición a las “energías renovables” no se está produciendo, y aunque así fuera, no podrían ni remotamente soportar el ritmo económico y tecnológico de nuestra sociedad. Los países en desarrollo, como no podría ser de otra forma, caminan por el mismo sendero energético marcado por nosotros desde comienzos de la Revolución Industrial. Da la sensación de que se ha establecido una especie de incómodo silencio. Nos quejamos cuando sube la gasolina, instalamos algunos paneles solares en nuestras terrazas, y nos sumimos en el plácido sueño de la inconsciencia.
El Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) ha elaborado una serie de informes, valorados como “muy útiles” por una organización tan poco sospechosa como la Agencia Internacional de la Energía, en los que se establecen posibles escenarios para el año 2050. La diferencia entra cada uno de ellos vendrá dada en función de si hay o no cambios importantes en la organización económica mundial, en los sistemas políticos, en las gestiones ambientales, en la organización de las sociedades y en la propia naturaleza. Un mundo más globalizado frente a uno más regionalizado. Una sociedad más preocupada en fomentar la riqueza individual y apoyada en las fuerzas del mercado o una más interesada en la sostenibilidad y la equidad. Los cruces entre ambos ejes crean una docena de posibilidades que podrían resumirse en tres escenarios básicos. Así, en las próximas décadas, podríamos estar ante un Mundo Convencional, en cierto modo, similar a este que vivimos, donde mercado y política seguirían siendo las fuerzas motoras de la sociedad. Este escenario, sin embargo, parece cada vez más improbable: sólo hay que echar un vistazo a la crisis energética y al colapso económico mundial que hoy día padecemos para entender la debilidad del mismo. Otra visión más catastrofista, y que podría estar algo más avalada por estos momentos de crisis, aboga por un escenario futuro de Barbarización, en el que se anuncia la muerte de las civilizaciones como hoy día las conocemos y una especie de vuelta a un pasado remoto. Finalmente también se presentan escenarios más optimistas, en los que las sociedades, conscientes de la necesidad del cambio, iniciarían el camino a las denominadas Grandes Transiciones. La organización de las sociedades transitaría desde el actual sistema globalizado hacia una mayor regionalización, y se adoptarían también nuevas formas de organización económica, como el ecocomunalismo (pequeñas comunidades que se abastecen a sí mismas de manera sustentable).
¿Con qué nos encontraremos?

El Antropoceno, ese nuevo período geológico que según el premio Nobel P.J. Crutzen habría sustituido al Holoceno desde la Revolución Industrial, y durante el cual los seres humanos nos hemos convertido en la principal fuerza geológica del planeta, ¿será el último?

Mientras espero junto a la cinta de equipajes mi conciencia se divide entre una creciente desesperanza o la utopía en el horizonte de Galeano. Lufthansa parece más eficiente que Iberia…mi maleta está sana y salva. Tal vez me cuelgue la mochila del pesimismo, pero con el propósito de salir a caminar.

viernes, 6 de marzo de 2009

Escaleras abajo


Se recostó en el sofá. Cogió el ordenador portátil, lo apoyó en sus muslos y abrió la pantalla.
Comenzó a teclear.


"Declaración de intenciones

Puedo aseverar que por fin ha llegado el momento. Estas cosas no se deciden así como así. La certeza de saberlo ha de instalarse cómodamente en la boca del estómago y mandar las señales oportunas a las vísceras que correspondan.
Hoy es el día de realizar una declaración de intenciones y cargar con ellas cuanto haga falta.

A medio camino entre la ira y la compasión es necesario pararse unos minutos, vaciarlos de segundos y reflexionar. En el cruce donde la vehemencia del recuerdo se rinde al fin a la resignación del olvido, justo ahí, demorarse, caminar a paso por hora, no puede hacer ningún mal.

Es ese el momento en el que el poeta debe ser resucitado. Resucitado para que libere ese poema que él mismo había inventado, y que por estar muerto había quedado atrapado en su cabeza.

El teclado espera y el silencio no ayuda. Antes de indagar en mi memoria me uno a la búsqueda de un corazón de oro, cruzo el arco iris y nado río abajo, hasta el lugar donde te dispararon, con esa luna de cosecha como única testigo. La música también es recuerdo. Afortunadamente el de Toronto nunca estuvo en tu colección de vinilos.

La declaración de intenciones debería mudar del plural al singular. Sólo hay una: escribir todo sobre ti, y sobre mí, sobre nosotros. Escribir y vomitar, en el más pragmático ejercicio de catarsis. Desde el prólogo recargado de cortejo y seducción hasta el epílogo descompuesto en aflicción. Recorriendo la lista de medidas contraproducentes, que nacidas de la ilusión, se precipitaban cada noche conmigo escaleras abajo. El corazón, estrujado entre mi mano derecha y la barandilla, deshaciéndose al compás de los peldaños, adhiriendo sus grumos a la fría forja. Dos pisos. La calle. Tú arriba y yo abajo.

Ahora que el tiempo me socorre y tu cara comienza a disolverse en mi retina, incluso a pesar de haber sido memorizada por partes. Ahora que ya no hay escaleras, ni barandilla, ni calle. Ahora que no tengo miedo a lo que crees que soy, y comprobada la hipótesis de que el encoñamiento, por muy abrupto que sea, no puede ni debe llamarse amor (es cuestión de interferencias). Ahora llega el momento. A escribir…Sólo por mí. ¿Sólo para mí?

Capítulo primero"
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lunes, 2 de marzo de 2009

La máquina del tiempo


Mi coche circula por la estrecha y tortuosa carretera nacional que lleva a la costa. Ocho de la mañana, lunes otoñal, y una montaña que se abre ante mí para mostrarme al fondo el Mar Mediterráneo, coronado de unas nubes que parecen querer ocultarlo a mis ojos.

En cinco minutos llegaré al encuentro de mi máquina del tiempo. Enclavada en medio de la sierra, tiene paredes y techo. Huele a humedad y a papel viejo. Arácnidos y polvo son mis compañeros de travesía. Un túnel del tiempo que hace un mes me trasladó hasta el siglo XVI, donde pude curiosear cómo, en unas pocas jornadas, los aldeanos de la zona hacían la vendimia. La semana pasada, acompañé a una familia de campesinos a recolectar esparto en las laderas cercanas durante la luna menguante de agosto de 1862. Hoy es posible que recoja leña para una fogata, y pase la noche con un grupo de maquis que malviven en un invierno de posguerra, entre los pinares de este monte que huele a romero.

Mis fotos son testigos de palabras, palabras construidas por quien no sabía que esta espía del tiempo se adentraría sin pedir permiso, bajo la coartada de la Ciencia, la conciencia y raudales de paciencia. Palabras que mutarán en mi teclado, y nunca volverán a ser las mismas.

Hoy, como cada mañana, me adentraré de nuevo en la máquina, saturada de cuestiones. La primera y más importante, ¿son mis preguntas subjetivas? Sin un ápice de complejo, la respuesta es sí. Honradez, dedicación, y los favores de Clío. Nada más necesito…y nada menos, señores científicos.

Llego a mi destino y José Luis espera para abrirme el viejo archivo. Comienza la jornada de trabajo de esta historiadora, que busca en el pasado lo que no entiende del presente y lo que soñaría con poder cambiar en el futuro.

martes, 27 de enero de 2009

Desenfocado

Entrecerró los ojos y se dejó llevar en aquellos segundos de felicidad placentera y absoluta.

Pensar que aquella operación le había asustado tanto…Durante meses había recogido datos de tantos lugares diferentes que estaba hecho un lío. Páginas médicas en Internet, blogs de gente en su situación… Se había encontrado de todo, desde personas que cantaban las alabanzas de dicha cirugía hasta otros que maldecían de foro en foro a médicos y clínicas. Algunos incluso habían iniciado el pedregoso camino de las demandas. Aunque la intervención en sí no era nada complicada, le comenzó a preocupar no alcanzar el resultado anhelado.

Una semana antes de la operación decidió abandonar sus pesquisas, básicamente porque los nervios y el estrés estaban poniendo en peligro su salud mental. Se arropó en el optimismo que le había escoltado desde la niñez y dejó que unos minutos en quirófano, repartidos en un par de visitas, cambiaran su vida.

Es difícil entender el valor de una transformación así para alguien que no ha vivido desenfocado. Por encima de cuestiones estéticas, de la obligatoriedad de llevar gafas sí o sí, de las limitaciones diarias propias de tener una miopía de caballo y astigmatismo severo… Por encima de todo eso estaba el no poder ver lo que ahora veía. O al menos, contemplarlo tal y como lo hacía en ese instante. Era algo tan nuevo, casi como una primera vez con ella. Poder observar con absoluta claridad las microscópicas estrías de sus labios entreabiertos, las diminutas pecas que se amontonaban junto a su nariz, la exacta combinación del color de su iris, donde el verde se difuminaba en marrón en unos ojos que se abrían, llegando ya al final.

Ese momento quedaría para siempre marcado en su retina, en la real y en la de la memoria. Contemplar con esa nueva nitidez el rostro de su chica mientras hacían el amor fue algo tan hermoso que a duras penas pudo contener las lágrimas. Entrecerró brevemente sus ojos, sólo unos segundos, los suficientes para comparar lo difuso del pasado con lo resplandecientemente nuevo.

lunes, 12 de enero de 2009

Complejos Históricos

Mucho se habla, se hablado y se hablará sobre el tema del ataque de Israel a los territorios palestinos de la franja de Gaza.
La brutalidad del mismo no puede justificarse en la necesidad de defender a sus ciudadanos, más aún teniendo en cuenta que la medida no puede ser más contraproducente. La popularidad de Hamás, gracias a la desproporcionada masacre, sube como la espuma, al igual que lo hizo la de Hezbolá, en una situación semejante durante los ataques israelíes a Líbano.
No sería muy descabellado vaticinar que cuando el conflicto llegue a su fin, la ONU, que parece tener capacidad limitada para hacer cumplir sus resoluciones, y sólo se moviliza contra los países del “eje del mal”, mandará sus tropas (incluidas las nuestras) a reconstruir lo que Israel ha destruido. Líbano, la historia se repite.
La Vanguardia llega hoy con una información referente a los apoyos oficiales a Israel por parte de otros países. En Alemania, incluso los partidos de izquierda, apoyan el “legítimo” derecho de Israel a defenderse.
El caso austriaco no es diferente. Cuando estuve en Viena conocí un poco el tema del movimiento estudiantil de izquierda. Bien organizados, los jóvenes universitarios, realizaban campañas de concienciación contra la homofobia y la xenofobia y a favor del pacifismo y el medio ambiente. Manifestaciones, seminarios, charlas y todo tipo de actividades entorno a estos temas. Siempre en un ambiente festivo y relajado, y desde luego, nada que ver con la furia helénica desatada a finales de año.
La situación en Oriente Medio, sin embargo, parecía poco menos que un tema tabú. Un chico de origen egipcio al que conocí, me comentó que estaba a punto de salir de la asociación de estudiantes porque no podía manifestar libremente su opinión sobre Israel. Cada vez que discrepaba sobre la posición oficial o pedía un cambio de postura para condenar los despropósitos israelíes, los viejos demonios del antisemitismo escapaban de tumbas, de fosas comunes, hornos crematorios y alambradas de campos de concentración. El complejo de culpa alcanza a las nuevas generaciones. Los movimientos de izquierda en Austria, además, buscan desmarcarse de la tendencia ultraderechista que gana adeptos a diario y que no escondió nunca cierto tufillo nazi.

Tal vez la única forma de liberarse de este complejo histórico venga por parte de un ejercicio de desdoblamiento identificativo. El pueblo judío y su trágica historia, su persecución, su sufrimiento, sus éxitos y fracasos deben dejar de estar conceptualmente unidos al del actual estado de Israel y el gobierno que lo dirige. Actos bárbaros, como bombardear los colegios de la ONU, o que las encuestas sobre intención de voto entre ciudadanos israelíes premien a los políticos que están llevando a cabo este ataque, escaparían de lo contrario a la comprensión de un ser mínimamente racional. Así y sólo así sería más fácil para algunos, entre los que me incluyo, poder entender la sinrazón de estos días, unos días que nos transportan en la memoria, paradójicamente, al corazón de Europa en los años cuarenta.