martes, 27 de enero de 2009

Desenfocado

Entrecerró los ojos y se dejó llevar en aquellos segundos de felicidad placentera y absoluta.

Pensar que aquella operación le había asustado tanto…Durante meses había recogido datos de tantos lugares diferentes que estaba hecho un lío. Páginas médicas en Internet, blogs de gente en su situación… Se había encontrado de todo, desde personas que cantaban las alabanzas de dicha cirugía hasta otros que maldecían de foro en foro a médicos y clínicas. Algunos incluso habían iniciado el pedregoso camino de las demandas. Aunque la intervención en sí no era nada complicada, le comenzó a preocupar no alcanzar el resultado anhelado.

Una semana antes de la operación decidió abandonar sus pesquisas, básicamente porque los nervios y el estrés estaban poniendo en peligro su salud mental. Se arropó en el optimismo que le había escoltado desde la niñez y dejó que unos minutos en quirófano, repartidos en un par de visitas, cambiaran su vida.

Es difícil entender el valor de una transformación así para alguien que no ha vivido desenfocado. Por encima de cuestiones estéticas, de la obligatoriedad de llevar gafas sí o sí, de las limitaciones diarias propias de tener una miopía de caballo y astigmatismo severo… Por encima de todo eso estaba el no poder ver lo que ahora veía. O al menos, contemplarlo tal y como lo hacía en ese instante. Era algo tan nuevo, casi como una primera vez con ella. Poder observar con absoluta claridad las microscópicas estrías de sus labios entreabiertos, las diminutas pecas que se amontonaban junto a su nariz, la exacta combinación del color de su iris, donde el verde se difuminaba en marrón en unos ojos que se abrían, llegando ya al final.

Ese momento quedaría para siempre marcado en su retina, en la real y en la de la memoria. Contemplar con esa nueva nitidez el rostro de su chica mientras hacían el amor fue algo tan hermoso que a duras penas pudo contener las lágrimas. Entrecerró brevemente sus ojos, sólo unos segundos, los suficientes para comparar lo difuso del pasado con lo resplandecientemente nuevo.

lunes, 12 de enero de 2009

Complejos Históricos

Mucho se habla, se hablado y se hablará sobre el tema del ataque de Israel a los territorios palestinos de la franja de Gaza.
La brutalidad del mismo no puede justificarse en la necesidad de defender a sus ciudadanos, más aún teniendo en cuenta que la medida no puede ser más contraproducente. La popularidad de Hamás, gracias a la desproporcionada masacre, sube como la espuma, al igual que lo hizo la de Hezbolá, en una situación semejante durante los ataques israelíes a Líbano.
No sería muy descabellado vaticinar que cuando el conflicto llegue a su fin, la ONU, que parece tener capacidad limitada para hacer cumplir sus resoluciones, y sólo se moviliza contra los países del “eje del mal”, mandará sus tropas (incluidas las nuestras) a reconstruir lo que Israel ha destruido. Líbano, la historia se repite.
La Vanguardia llega hoy con una información referente a los apoyos oficiales a Israel por parte de otros países. En Alemania, incluso los partidos de izquierda, apoyan el “legítimo” derecho de Israel a defenderse.
El caso austriaco no es diferente. Cuando estuve en Viena conocí un poco el tema del movimiento estudiantil de izquierda. Bien organizados, los jóvenes universitarios, realizaban campañas de concienciación contra la homofobia y la xenofobia y a favor del pacifismo y el medio ambiente. Manifestaciones, seminarios, charlas y todo tipo de actividades entorno a estos temas. Siempre en un ambiente festivo y relajado, y desde luego, nada que ver con la furia helénica desatada a finales de año.
La situación en Oriente Medio, sin embargo, parecía poco menos que un tema tabú. Un chico de origen egipcio al que conocí, me comentó que estaba a punto de salir de la asociación de estudiantes porque no podía manifestar libremente su opinión sobre Israel. Cada vez que discrepaba sobre la posición oficial o pedía un cambio de postura para condenar los despropósitos israelíes, los viejos demonios del antisemitismo escapaban de tumbas, de fosas comunes, hornos crematorios y alambradas de campos de concentración. El complejo de culpa alcanza a las nuevas generaciones. Los movimientos de izquierda en Austria, además, buscan desmarcarse de la tendencia ultraderechista que gana adeptos a diario y que no escondió nunca cierto tufillo nazi.

Tal vez la única forma de liberarse de este complejo histórico venga por parte de un ejercicio de desdoblamiento identificativo. El pueblo judío y su trágica historia, su persecución, su sufrimiento, sus éxitos y fracasos deben dejar de estar conceptualmente unidos al del actual estado de Israel y el gobierno que lo dirige. Actos bárbaros, como bombardear los colegios de la ONU, o que las encuestas sobre intención de voto entre ciudadanos israelíes premien a los políticos que están llevando a cabo este ataque, escaparían de lo contrario a la comprensión de un ser mínimamente racional. Así y sólo así sería más fácil para algunos, entre los que me incluyo, poder entender la sinrazón de estos días, unos días que nos transportan en la memoria, paradójicamente, al corazón de Europa en los años cuarenta.