Mi cabeza cortada sobre el suelo me regaló unos últimos segundos de consciencia, tan eternos que mi vida entera se presentó en fotogramas ante mis ojos. Me entregué a la visión de cada escena y borré de mi mente la horrible imagen de mi propio cuerpo, que yacía decapitado unos metros más allá, a los pies de un almendro desnudo.
Mientras la existencia se me escapaba a borbotones por el cuello, recordé aquella otra ocasión en la que estuve igualmente tendida en el suelo, vestida de sudor y sangre. Rememoré aquel frío mármol donde mi vida, si bien no acabó formalmente, cambió de forma tan dramática que el deseo de morir se hizo una constante.
Fue allí donde tu aroma marino se volvió agrio, donde hiciste de la irracionalidad un sádico arte, y alimentaste mis heridas con la sal que brotaba de tus poros. Fue allí donde tras saciarte me dejaste tendida, abandonada a mi suerte y a la ira de aquella señora masculina, tal vez sabia, pero ciegamente injusta. Fue allí donde se me impuso tu condena y se originó mi metamorfosis forzosa. Fue allí donde acabó mi apacible existencia, mi historia, donde se inició la leyenda.
Desde entonces los fotogramas sólo muestran soledad y vacío, frío y padecimiento. El único contacto con lo ajeno ha sido el del filo de la espada seccionando mi cuello. Bendito degüello.
Mi vida se extingue, y de la sangre que mana de mi garganta nace un caballo, blanco y polvoriento, que sacude veloz sus alas y se aleja volando hacia una luna incierta. Y de esa misma sangre emerge un gigante de porte helénico, hijo de su padre, que con el mismo olor a mar pisa sin misericordia a esta que le dio la vida con su muerte.
Tanto sufrimiento. Tanta soledad. Tanta injusticia. Y aún así, para todos, eternamente, yo seré el monstruo.
Mientras la existencia se me escapaba a borbotones por el cuello, recordé aquella otra ocasión en la que estuve igualmente tendida en el suelo, vestida de sudor y sangre. Rememoré aquel frío mármol donde mi vida, si bien no acabó formalmente, cambió de forma tan dramática que el deseo de morir se hizo una constante.
Fue allí donde tu aroma marino se volvió agrio, donde hiciste de la irracionalidad un sádico arte, y alimentaste mis heridas con la sal que brotaba de tus poros. Fue allí donde tras saciarte me dejaste tendida, abandonada a mi suerte y a la ira de aquella señora masculina, tal vez sabia, pero ciegamente injusta. Fue allí donde se me impuso tu condena y se originó mi metamorfosis forzosa. Fue allí donde acabó mi apacible existencia, mi historia, donde se inició la leyenda.
Desde entonces los fotogramas sólo muestran soledad y vacío, frío y padecimiento. El único contacto con lo ajeno ha sido el del filo de la espada seccionando mi cuello. Bendito degüello.
Mi vida se extingue, y de la sangre que mana de mi garganta nace un caballo, blanco y polvoriento, que sacude veloz sus alas y se aleja volando hacia una luna incierta. Y de esa misma sangre emerge un gigante de porte helénico, hijo de su padre, que con el mismo olor a mar pisa sin misericordia a esta que le dio la vida con su muerte.
Tanto sufrimiento. Tanta soledad. Tanta injusticia. Y aún así, para todos, eternamente, yo seré el monstruo.
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3 comentarios:
No creo que tú nunca seas un monstruo*
Supongo que has intentado poner voz a los sentimientos de medusa, complementando ese hueco de la mitología, tan ceñida a contar los hechos de una manera (supuestamente) objetiva.
¿Algún enlace para que los mitologincultos contextualicemos?
* leñe, que palabra más difícil de escribir
Hola Moren,
la propia wikipedia tiene información sobre el tema: http://es.wikipedia.org/wiki/Medusa_(mitolog%C3%ADa)
Pero sobre la historia de Medusa hay tantas versiones...Lo que está claro, es que en todas ellas, es violada por Poseidón en el templo de Atenas y la diosa, enfurecida, carga su rabia con ella, transformándola en el monstruo que todos conocemos.
Un personaje que el feminismo abogó por revisar.
Un personaje que siempre me ha fascinado, y que puso nombre a este blog el pasado verano.
Genial. Creo que, para volver a nacer, a veces hay que morir o, por lo menos, derramar algo de sangre.
Por otro lado, siempre me ha fascinado esa idea del monstruo: alguien que todo el mundo detesta cuando, en realidad, es producto de la sociedad que lo odia. Vid, Frankestein o cualquier peli de Tim Burton.
La medusa no sería nada sin su soledad!
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