En mi regazo duermes
mientras me despido
de un Venetto renacido a Baco.
Tus preocupaciones
se me clavan en el costado derecho
con la afilada certeza
de no poder segarlas.
Se paga la respetabilidad
y a veces es demasiado cara.
De caminar lento
sereno movimiento
elegante y comedido
civilizado, callado,
barba entrecana poco cuidada,
veneciano nacido lejos de Venecia.
Demasiado tarde para ambigüedades
tu olor ha penetrado ya en mi ropa.
Cruje tu cabello entre mis dedos,
espigas secas fuera de cosecha.
Amaso tu mar de preocupaciones
para empequeñecerlas
y que al despertar,
sin saber por qué,
puedas acariciarlas
como se acaricia a un cachorro
al que no se teme.
Demasiado tarde para trampas
tu olor ha penetrado ya en mi alma.
Que se queden en recuerdos
los cuadernos de viaje,
los capuccinos que se enfrían
en la estación sobre una mesa.
Escribe al despertar las palabras
bajo las sábanas
deja que allí se pierdan.
Yo amasaré, mientras duermes,
una a una tus preocupaciones.
Demasiado tarde es para nada,
tu olor ha penetrado ya en mi cama.
1 comentario:
Abril 2010
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